¿Pero cómo influyen los tiempos de crisis en los propios artistas? Para este colectivo que, tradicionalmente ha aprendido a vivir en precario, ciñéndose a presupuestos ajustados en la mayor parte de las ocasiones, estos tiempos de crisis están implicando también una serie de necesidades de adaptación.
Por una parte, el perfil de artista emergente de estos momentos es el de un profesional que se ve obligado a asumir además tareas comerciales y de autopromoción. Hoy en día, cualquier persona que produce y comercializa arte conoce y maneja las redes sociales que, blogs, diseño web, por otra parte, cada vez tienen más utilidades para este colectivo.
En esta línea, surgen iniciativas de formación dirigidas a artistas y colectivos que incluyen contenidos sobre desarrollo comercial, visibilización, posicionamiento e incluso utilidades de e-commerce para apoyar su carrera.
De otro lado, y desde la influencia que los cambios han generado en las instituciones artísticas y culturales con relación a su modelo de gestión. Hasta el momento, la producción artística estaba en manos de las estos centros, que decidían aquello que iban a exhibir o desarrollar proyectos culturales –a menudo sin contar suficientemente con la demanda de la población-. De esta manera, preparaban una oferta cultural, más o menos caprichosa, dependiendo de la institución y de sus responsables de programación.
Dado que, como hemos comentado anteriormente, en estos momentos los presupuestos no permiten planteamientos de producción propia para la mayor parte de los casos, el papel de los artistas se ha hecho más proactivo, y con frecuencia encuentran una mejor acogida sus propuestas.
La situación descrita permite que, como consecuencia, los proyectos sean más personalizados, más de autor, muestren más a los artistas que a las instituciones que les respaldan, y con frecuencia van adoptando un creciente matiz conceptual y minimalista, que permite una producción más asequible.
José Antonio Mondragón
Director del Curso de Experto en Gestión Cultural