Es verdad que no todo vale. Estos proyectos empresariales o asociativos no deberían ser únicamente un mosaico de actividades que cubren un horario y ocupan un espacio. Deben buscar la coherencia en su forma de hacer, en su programación y buscar la compatibilidad y complementariedad de las diferentes acciones programadas. De lo contrario, en el medio plazo, el coste oportunidad de realizar una actividad exitosa será no realizar otra diferente que puede funcionar igualmente.
Si se consigue amalgamar y compactar las distintas vertientes de actividad que generan los responsables de los espacios culturales que pudiéramos llamar alternativos las sinergias aparecerán solas y unas acciones apoyarán y reforzarán a las otras, y no al revés.
No hablamos de actividad frenética que se agrupen en torno a líneas de trabajo a la fuerza. Nos referimos a dichas líneas y estrategias dotadas de contenido progresivamente, implicando a otros en cada una de ellas, constituyendo redes e implantándose con carácter comunitario. Siendo permeables a lo que ocurre en el entorno, en lo inmediato, en lo local, sin perder de vista el medio y largo plazo y lo común; lo global.
Sea como fuere, si revisamos los recursos y entidades culturales que funcionan y no parecen seriamente amenazados a corto plazo, comprobaremos que se trata, con alta probabilidad, de una réplica del modelo descrito, que poco a poco ha ido mutando para adaptarse a los cambios de este convulso mundo.
José Antonio Mondragón